VIAJAR CON MI DESPENSA (#7 de la Serie: Ejercicios de escritura culinaria y gastronómica)

Montarme en un avión en Nueva York y estar en Caracas en menos de 12 horas era inimaginable hace apenas un siglo atrás. Huelga decir que en la mayor parte de la historia registrada del hombre, las travesías de un país a otro o de un continente a otro podían tardar meses e incluso años. El viaje en barco de mi tatarabuelo desde China hasta las costas de San Francisco durante la fiebre del oro en el siglo XIX tardó unos 3 meses en llegar a su destino. En la actualidad, la misma ruta se hace en un vuelo transoceánico en menos de 24 horas. 


    Lo mismo pasa con los productos de los que podemos disponer hoy en día en muchas ciudades del mundo. Alimentos que nos llegan de distintas partes del globo terráqueo y que ahora damos por sentado verlos en los anaqueles de nuestros supermercados más cotidianos. Echándole un vistazo a la despensa de mi apartamento en Brooklyn, me consigo con frascos y empaques provenientes de una diversidad de países, muchos de los cuales solo conozco en fotos o historias. Consumir estos alimentos es como querer saborear fugazmente su sitio de origen e imaginar que hemos viajado hasta allí por unos breves instantes.


    Esta es una lista –no exhaustiva– de lo que encontré:


Sal rosada del Himalaya. Pakistán. Empacada en Israel.

Aceitunas en conservas picantes. Egipto. Envasadas en Turquía.

Pimentón picante de La Vera. España.

Miel de abeja de los Andes. Venezuela. Medio de transporte: mi maleta.

Genmaicha. Té verde con arroz integral tostado. Japón.

Café. Ruanda.

Otro café. Etiopía.

Bánh tráng. Hojas de arroz para los rollitos de primavera. Vietnam.

Aceite de oliva. Italia, España y Grecia.

Agua de rosas. Pakistán.

Salsa de soya. China.

Un tercer café. Costa Rica. Medio de transporte: la maleta de una amiga que vino de visita.

Pasta de tomate. Italia.

Bocadillos de plátano. Venezuela. Medio de transporte: la maleta de mi mamá.

Harina de garbanzos. Canadá.

Papelón. Colombia.

Chocolate La Guáquira al 70 % de Cacao de Origen. Venezuela. Medio de transporte: mi maleta.

Dátiles. Túnez.

Chocolate para tazas marca Abuelita. México.

Casabe galleta. Venezuela. Medio de transporte: la maleta de mi mamá.

Quinua. Perú.

Aceite de ajonjolí. Taiwán.

Mantequilla clarificada. India.

Hojas de laurel. De un árbol de nuestra casa en Bangladés. Medio de transporte: la maleta de mi esposo.

Tahini o pasta de ajonjojí. Líbano.

Cáscaras de cacao para infusiones. Perú. Medio de transporte: mi maleta.

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Nueva York, 4 de agosto de 2023 
(Ejercicio para el Taller de escritura «Paladares Errantes» con Lena Yau)

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